23 DE SEPTIEMBRE
Y supongo que no hay mejor forma de acabar que con tus piernas enredadas en las mías.
Supongo que no hay mejor forma de cerrarlo que compartiendo el helado y con tu brazo de chaqueta. Que despertando con la luz del sol y entre las sábanas. Que de la mano y despidiendo el último atardecer de este verano que nos ha dado vida.
Ahora queda recordarlo y revivirlo entre cervezas y sangrías una tarde de domingo por los bares de tu barrio. O escondidos en el sofá ojeando nuestras fotos bebiendo cola cao calentito cuando nuestro humor esté bajo cero. Ahora queda no perderlo y guardarlo bajo llave para buscarlo cuando nos haga falta en las largas noches de invierno. Para echar mano de él en la cama cuando te eche de menos.
Hoy meto en un tarrito tus ojos con los míos en una tienda de campaña mientras el mundo caía a gotas, guardo la arena en el sujetador de un amanecer en la playa, los libros que leí entre tus piernas mientras me rizabas el pelo, las canciones que cantamos a gritos de vuelta a casa. Guardo la luz del sol en tus mejillas, el sabor a sal de tu espalda y tu pelo revuelto por las olas después de jugar como un niño pequeño.
Y después de las caricias en la playa de levante, después de beberme los mojitos a sorbitos como queriendo ralentizar el tiempo para tenerte más rato conmigo, termino siendo tan tuya como mía y tan nuestros como del sol que ha sido nuestro hogar.
